Una tarea hostil para vivir

Por Carlos Leyba

Siempre podemos celebrar buenas noticias. Por ejemplo, según “The World’s 50 Best de 2022”, en la Argentina no se encuentra ninguno de los 10 mejores restaurantes del mundo. Claro, esa no es «la buena» noticia.
La buena noticia es que, gracias a no figurar en esa selección, aquí es muy difícil tener que pagar, en la noche porteña, 100 mil pesos por una comida para una persona. No es todo.
Además de poder comer mucho más barato, no tenemos que reservar, para recibir ese sablazo, con un mínimo de un mes de anticipación.
Ese tipo de banalidades ofensivas, por ahora, aquí no ocurren.
Aunque hay muestras extraordinarias de lo contrario. Por ejemplo un economista miembro del partido del gobierno, Frente de Todos (Frente Renovador), hombre público por su voluntad y por ello tal vez destinado, algún día, a reclamar austeridad para la salida de esta crisis, quien – además – está lejísimos de ser heredero de una inmensa fortuna, o hijo – como se decía antes – con los hábitos propios de la “cuna o el origen”, en medio de esta colosal crisis para todos los argentinos, le destinó una mega operación publicitaria a su casamiento (digamos) en el Lago di Como. Mansión, lancha,  decenas de invitados y hoteles.
Y lo mejor, desde ese paraíso italiano, le brindó al país esta frase antología: “Agradezco la atención, pero nuestro país está viviendo horas muy difíciles en lo económico social y más allá de mi felicidad, voy a estar dando opiniones sobre cómo sacar a la Argentina de la crisis”.
Nos va a “estar dando opiniones”. Una frase para filmar un sketch de la decadencia de quienes pretenden dirigir, o han dirigido, nuestro país en bancarrota en las últimas décadas.
No es la primera, porque estamos sometidos a múltiples estupideces cotidianas de organismos oficiales y de los dirigentes. Hay más.
Por ejemplo, para la celebración del día del “amigue”, el grupo “Revolución de las Viejas” que integra (o lidera) la vocera presidencial Gabriela Cerruti, expresó: «¡Tu clítoris es tu mejor amigo, hacele un regalo!  Y el regalo es el sorteo de un vibrador” (sic).
La “coherencia” domina a “la voz presidencial oficial” ya que la delegada en La Plata de Victoria Donda (INADI) (amigue de Cerruti) admitió una denuncia contra el decano de la Facultad de Derecho de la UNLP, fundada en que, tratándose de una persona con “determinadas características (varón, blanco, de edad productiva, instruido, católico, heterosexual, sin discapacidad, entre otras)” las que fueron ubicadas “en una relación de poder subordinante sobre otras que no se correspondían con ese patrón heteronormativo”, de alguna manera era “sospechoso”. La firmante – no lo olvide – es Karina Vitaller.
Durante la invasión criminal de Rusia en Ucrania, convertida en “guerra”, se acordó entre ambos contendientes que Ucrania pueda despachar al mundo millones de toneladas de cereales y Rusia fertilizantes. La actual imposibilidad de transporte amenaza la seguridad alimentaria mundial.
Antonio Guterres (ONU) dijo  “Ustedes (los representantes rusos y ucranianos) han superado obstáculos y dejado de lado las diferencias para allanar el camino a una iniciativa que servirá a los intereses comunes de todos”.
Naturalmente en una situación de guerra ese compromiso exige, de ambas partes que se están matando en el campo de batalla, una enorme confianza en el otro. No sabemos cómo ni cuándo se cumplirá. Pero sabemos que el camino del acuerdo al menos ha sido transitado en medio de la guerra.
Claramente no es este el ánimo de nuestros dirigentes políticos que sólo, en el mejor de los casos, librarán una batalla electoral dentro de un año.
Surgió como un globo de ensayo la idea que el gobierno, el oficialismo, estaría buscando una conversación con la oposición. El mero amague, matizado con insultos, recibió una andanada de rechazo.
Patricia Bullrich, dijo “¿Diálogo? Que hagan lo que tienen que hacer: …hagan su trabajo y presenten un plan”.
Es cierto. El gobierno no está haciendo su trabajo. Pero tal vez, y de eso no tengo duda, para hacerlo necesite acordar con la oposición. Y la Bullrich cerró la puerta. Aunque tiene una razón clave: quien llama a un acuerdo tiene que presentar un Plan.
La iniciativa del que llama sólo es admisible si, primero, pensó, detalló, aquello en lo que sanamente cree que el otro puede acordar.
Gerardo Morales fue para atrás, sostuvo que “el diálogo es en el Congreso”. Lo que no necesita ningún acuerdo ni ningún llamado. Una verdadera pavada formalista.
Todos los acuerdos políticos, en la historia reciente del Planeta, no ocurren en el Parlamento. Porque, en todo caso, las leyes a votar son la consecuencia del Acuerdo. Todo acuerdo, conclusión de un diálogo, ocurre en la conversación política que, tiene razón la Bullrich, sólo tiene sentido hacerlo acerca de un plan propuesto que ofrece el que invita.  Y discute el invitado. El orden de las cosas.
El drama es que este gobierno y la coalición gobernante, carecen de ideas acerca de lo que hay que hacer desde el Estado para encarrilar la paz, el crecimiento, el desarrollo de la Nación.
El mismo despiste de Morales lo repitió Maximiliano Ferraro de la Coalición Cívica.
Extraño, porque Elisa Carrió tiene una visión más amplia de la crisis que atravesamos.
La gente de Horacio Larreta correctamente señaló que “El Gobierno no tiene ningún plan frente a la crisis económica que estamos viviendo”. Y tiene razón.
Pero la que tiene, como dicen los brasileños, es poca y la poca que tiene, no vale nada. Porque la única razón valiosa es pedir un plan para poder discutir un acuerdo, sin él la salida es imposible.
Con talibanes de ambos lados que ni siquiera dicen “si hacen tal cosa voy”, es decir, con talibanes del rechazo incondicional, la política y los políticos son absolutamente innecesarios.
Porque la política es “conversar”. El pueblo gobierna por medio de sus representantes, los políticos; y los pueblos sólo pueden acordar si lo hacen a través de los políticos. ¿Es tan difícil entenderlo?
Pero no es menos cierto que un gobierno no puede tener éxito sin tener un plan en el que estén comprometidos todos sus integrantes. No estaría siendo este el caso del Frente de Todos.
Y ningún plan puede tener éxito sin el mínimo consentimiento de la oposición relevante.
Por eso este desastre económico, además de las medidas económicas ausentes, es la consecuencia de un desastre político.
Un gobierno mal parido, sin liderazgo ético, sin consenso interior y navegando a los tumbos en un río lleno de obstáculos; y que es incapaz de ver el origen de los problemas y la necesidad de, en una democracia, construir consenso todos los días.
Dicho esto el Presidente cierra, el último día hábil de una semana terrible, con una frase amenazadora “No nos van a torcer el brazo”, mientras acusa a quienes, según él, “guardan US$20.000 millones y no los liquidan cuando el país los necesita”. Según él es “el campo”.
Y al mismo tiempo sus funcionarios, dejan trascender, que están estudiando distintas maneras de promover la liquidación de la cosecha con la posibilidad de impulsar un “dólar soja” más atractivo que el oficial para que liquiden grano frente a una brecha cambiaria que supera el 150%. O por lo menos con un bono indexado al valor soja que los preserve de lo que todos temen que es una “futura devaluación” que será producto de la pésima praxis de Martín Guzmán, a pesar de los sensatos esfuerzo de Silvina Batakis que, en este elenco, parece ser la única persona que conserva la sensatez.
En la Rosada, en la Recoleta, en Olivos o en Barracas, se ha perdido el límite entre la fantasía y la realidad y entonces, en esas condiciones, la política se convierte en una tarea hostil para vivir.

Deja un comentario