Historia de un malparido – Reseña de «Por Cesárea», nuevo álbum de Dillom

Por @foucopetti

Dillom, en su segundo trabajo discográfico «POR CESÁREA», no solo ofrece una experiencia musical rica en matices sonoros, sino que también construye una narrativa profunda y coherente a lo largo de todo el álbum. A través de letras introspectivas y confesionales nos sumerge en temas como la búsqueda de identidad, las relaciones humanas complejas y las luchas internas.

Un tango vagabundo. Una balada de teclas. Un punk de guitarras sucias. Gritos guturales y plegarias kitsch. Este conjunto heterogéneo de ritmos y elementos variopinto forman parte del segundo trabajo de Dillom titulado Por Cesárea. Sus letras intimistas y explícitas parecen ser una continuación del outro de Pelotuda, tema promocional de trabajo previo Post-mortem.

Este trabajo sigue la misma línea que su antecesor y nos sumerge en la historia de un personaje atormentado desde su infancia. El cantante logra un disco conceptual que aborda la vida (¿y muerte?) de un sujeto que podría ser caracterizado como un marginado, una escoria de la sociedad que llegó a este mundo descarnado, descarnado, desde su vientre materno. Y acá tenemos la primera victoria de Dillom: Por Cesárea destaca por ser un álbum conceptual. Eso lo coloca por encima del resto de producciones musicales basadas en singles,

Haciendo gala de la amplitud propia del género música urbana, Por Cesárea incorpora una variedad de elementos culturales variopintos para conformar una pieza sólida e inclasificable. Cuesta encasillarlo dentro de un género musical específico. Las participaciones sirven para desarrollar el concepto propuesto y no caen en el estereotipo de “sumar al artista invitado a hacer de lo suyo”. Las voces de Calamaro y Lali respetan el canon y aparecen de modo casi fantasmagórico, como la voz de un alma en pena.

Desde la primera hasta la última canción, Por Cesárea nos lleva por un viaje emocional donde Dillom reflexiona sobre sus pensamientos más íntimos, explorando la ansiedad, la incertidumbre y la necesidad de confrontar sus propios miedos. Esta narrativa íntima se entrelaza con la evolución musical del álbum, creando una experiencia auditiva difícil de comparar con otras producciones de la época. En estas letras se mezclan elementos culturales tradicionales de la ficción de terror contemporánea y la propia historia del cantante tales como el intento de suicidio de su madre o su pelea con su padre.

El narrador del álbum va desarrollando una historia de abandono, obsesión y violencia, donde se enfrenta a sus propias luchas internas, la autodestrucción y la búsqueda de redención, sumergiéndose en las complejidades de la psiquis humana y las relaciones interpersonales desde la infancia hasta la adultez, explorando las capas más profundas de los sentimientos humanos.

A nivel musical se observa un gran salto de calidad respecto a toda su discografía. Por Cesárea está compuesto por 12 canciones que, en su totalidad, redondean la media hora de duración. Es decir, estamos ante un disco de canciones cortas que escapan a la estructura tradicional de la canción pop (introducción, verso, estribillo, verso, estribillo, cierre). Acá se juega con los puentes, se destripa el estribillo o directamente no se recurre al mismo. En cuanto a la instrumentalización, podemos decir que el disco incorpora varias piezas ejecutadas directamente y se recurre menos a bases o pistas digitales, incluyendo baterías y guitarras eléctricas. La madurez en este aspecto también se refleja en el trabajo vocal. Dillom logra transmitir con su voz una gama de emociones intensas y variadas como la inocencia del amor, la desesperación violenta, el vacío suicida y la excitación asesina. Guturales, voces sombrías, gritos desgarrados y cantitos alegres forman parte de esta historia de amor, locura y muerte.

Al igual que en su trabajo anterior, la realidad política se hace presente en este disco mediante guiños sutiles, como el final de Buenos tiempos, donde hace un juego con mi ley-Milei («El día que muera, moriré en mi ley / llevándome a alguno conmigo también») y después dice «el día que muera moriré en mi ley”, pero por su ejecución rápida suena como si estuviese nombrando al apellido del actual presidente argentino Milei».

En suma, vemos en Por Cesárea un trabajo que logra superar a Post-mortem en cuanto a su producción, tanto desde lo lírico como en lo musical. El concepto del disco alcanza mayor solidez que su antecesor. La amplitud musical y el trabajo instrumental exponen una mejora en su ejecución sonora.

Pero, quiero resaltar, el trabajo de Dillom destaca en la elaboración de un concepto que se apoya en un exquisito desarrollo narrativo que me gustaría explorar a continuación. De acuerdo con mi análisis, esta historia se puede dividir en tres grandes partes:

Al comienzo del disco nos topamos con la voz de un narrador que nos cuenta en primera persona acerca de sus traumas y recuerdos de la infancia. Este personaje nos irá acompañando a lo largo de todo el disco, relatando su devenir y penurias. No tiene nada, no tiene familia. Tampoco tiene muchos amigos, a uno de ellos lo caga la novia y la piba después deja de darle bola, se queda más solo. Hay una extensión del propio mundo interior («Siento que algo está distinto, o quizás flasho / Pienso en la idea de perderte y por dentro estallo», «Por vos, voy en misión suicida / Pierde valor la vida cuando no soy tu diversión»). En esta primera parte, el narrador crece y va externalizando esos miedos de su infancia: el miedo a perderlo todo, el miedo al abandono, a la traición y pone en su pareja ciertas cosas que nos cuenta que no tuvo en su infancia (cariño, valor, un sentido de vida), llegando a pensar en convertirse en parte de la otra persona, obsesionarse con su objeto amado al punto de querer ser él (ella) porque, en el fondo, está vacío.

En Mi peor enemigo empieza una transición: en esta primera parte, el protagonista deja de valorarse al lado de alguien y pasa a darse cuenta que él carece de valor por si mismo. Entonces llega a aislarse del Otro porque se da cuenta que no vale nada («Trapo; rejilla, al horno, a la parrilla / Soy tu trapo de piso, tu bar de la esquina / A donde derrapa tu banquina»).

En Mentiras piadosas se produce el movimiento inverso, pero siempre sobre la misma base de carencia afectiva: ahora ya el narrador ha aumentado su ego, se pone en primer lugar y empieza a reconocer sus propios errores pero también sus manías. Acá aparece la figura del diablo, que irá torciendo el futuro de nuestro protagonista. En La Carie esto se profundiza, ahora ya no sólo quiere incorporar al Otro en su vida, sino que busca arruinarla.

En Buenos tiempos empieza la parte 2 de esta historia: el protagonista empieza a vincularse con el mundo exterior. Juntándose con los gays, jalando popper, buscando bardo. No se calmó nada, pero ahora está tranquilo hasta que vuelva a aparecer alguien a quien arruinarle la vida o, directamente, matarlo.

Esto se concreta en Muñecas, canción en la que Dillom nos recuerda al “Pelado” Cordera en su versión iracunda al final de Sr Cobranza. Aquí el protagonista de esta historia encuentra por fin a alguien con quien poner en juego sus pesadillas de dominación. Acá (o quizás en «Irreversible»), culmina la segunda parte. Todo termina mal, muy mal, con un relato en primera persona de un femicidio. A esto lo podemos considerar como la materialización de todos los deseos, miedos y problemas que viene relatando desde el primer momento.

En Coyote asistimos al comienzo del final de esta historia. Todos saben los secretos oscuros del narrador. Acá coquetea con ser el cazador cazado. Sabe que, si lo encuentran, lo internan. Y se niega a eso, pero a su vez una parte suya quiere que eso pase. Como en el film Trainspotting, al narrador lo rescatan vía medicación. Por primera vez aparece la medicación y también la culpa. El protagonista asume la responsabilidad de sus actos y ante ese dolor ve un solo final: el suicidio.

Finalmente, en Ciudad de la Paz, vemos que el intento de suicidio fue infructuoso y que nuestro protagonista ha quedado encerrado en un hospital psiquiátrico. Algo de su culpa trata de llamar la atención del resto y nos recuerda al niño frágil del comienzo del disco. Ahora sabe que no hay vuelta atrás. No siente más nada, pero también perdió el miedo a morir. En este sentido, la cesárea también refiere a este momento de errarle a la muerte, volver a nacer y saber que tenés que volver a morir. Por eso el narrador cierra esta historia diciendo «La oscuridad ya no da miedo / Si tuviera otra oportunidad…”

Por Cesárea no solo es un logro musical, sino también un testimonio de la capacidad de Dillom para contar historias profundas y significativas a través de su arte, conectando con el oyente a un nivel emocional y narrativo que perdura más allá de la música misma, lo que convierte a este trabajo en una de las mejores producciones argentinas en lo que va del año.

Deja un comentario