Frente a sí

por Nadia Szumejko

Si quieres que algo se muera, déjalo quieto

Jorge Drexler

La primera vez que me animé a ver cómo me extraían sangre para un análisis me sorprendió el tono del líquido espeso púrpura y violáceo que llenaba el tubo, en contraste al líquido volátil más bien rojo vibrante tipo ketchup que vemos en las películas. La sangre se parece más a un vino tinto con cuerpo que a la salsa de tomates, la misma transposición opera en la representación del corazón: contorno curvilíneo y simétrico, de un pulcro tono colorado; cuando en la realidad un corazón se ve más parecido a una frutilla de carne marmolada, roja y beige. 

Carla Rímola, quien fuera intérprete en La Wagner de Pablo Rotemberg y en Coreomanía no puedo parar de Josefina Gorostiza, y directora de Polvaderal y Bajo el signo de Saturno junto a Laura Figueiras, co-dirige esta vez la obra Frente a sí con Florencia Montaldo. A su vez, Florencia Montaldo es responsable de la idea y los textos de esta obra, además de compartir el escenario con Darío Diaco. 

Frente a sí se estrenó este abril en Aérea Teatro, la función a la que fuí iba a ser la última, pero resulta que el domingo 22 de mayo habrá una reposición que será la despedida de esta vuelta hasta la segunda mitad del año. 

Al entrar a la sala me acomodé en una de las gradas más altas, la distancia entre una y otra hacía que se viera desde cualquier ubicación la disposición de los elementos que componían el universo de la obra. Por delante, a la izquierda, una pecera, y a la derecha un micrófono conectado a una pedalera de loops y varios objetos con los que los intérpretes fueron creando el ambiente sonoro en momentos de la obra. Hacia el fondo armaron una fila de zapatos, zapatillas, botas, ojotas y sandalias dispuestos de manera random, y al final de esa línea un banco donde Darío Diaco se encontraba sentado. El vestuario de ambos era una alusión a la sangre que fluye espesa y líquida por los cuerpos: violetas, rojos y telas de cuerina.

La obra construye un lenguaje ingenioso a partir de la danza contemporánea, la acrobacia, la palabra y la composición del sonido ambiente en vivo. 

La propuesta generó motivos de reflexión, sobre todo en aquellos momentos en donde deja ver los hilos del entramado artificial que emula a la naturaleza, logrando transmitir sensaciones de pelitos de la nuca erizados, frío y taquicardia, 

Frente a sí está inspirada en un ensayo del filósofo Jean Luc Nancy, El intruso, que trata sobre su propia experiencia de haber sido trasplantado del corazón. Cuando salí del teatro estuve un rato largo afectada por la experiencia, pensé en cómo todo se encuentra en movimiento, que somos parte de una continuidad y que ninguna otra prenda de vestir me hace pensar tanto en la persona a quien le pertenece más que un par de zapatos. Hay algo en el calzado que me da la sensación de movimiento, de circulación. ¿Será que la prenda que viste nuestros pies que nos trasladan se haya convertido en una extensión de nuestro propio cuerpo? La vida tiene continuidad y todo pasa, el corazón es un órgano compuesto por tejido muscular que impulsa la sangre que mantiene vivos a todos los órganos del cuerpo, y en consecuencia a nosotros mismos. Si no hay latidos, no hay vida. Mi mente siguió saltando de pensamiento en pensamiento hasta que se quedó merodeando en que si una persona recibe un trasplante de corazón, entonces ¿qué sucede con su propio corazón? ¿se tira? ¿Es posible darse cuenta de que el corazón que late es el propio? ¿qué pasa con los sentimientos que se alojaban en ese corazón? ¿Habrá una especie de “nube” donde se guardan y se descargan en el corazón que lo reemplaza? 

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