Malthusianismos de izquierda, derecha y progresistas

por Leonardo Fabián Sai

Existe un malthusianismo de izquierda, otro de derecha y uno progre.

El malthusianismo de izquierda hace suya la idea de un estancamiento del capitalismo y de sus fuerzas productivas, proyecta una totalidad social dominada por el capital financiero, una “bancocracia”, una “economía de la timba”, una “dictadura de las finanzas”, todo lo cual resulta en una imposibilidad estructural del futuro del capitalismo para absorber al ejército de reserva de desocupados: el “proletariado” deviene en “precariado” y nada más. Su imagen del futuro es una desocupación estructural irreversible, un Estado Nación sin posibilidad alguna de planificación, un horizonte donde el único programa deseable para los trabajadores es la estatización violenta de empresas; desvaríos que reeditan, interminablemente, formas burocráticas del nacionalismo: estalinismo para la pobreza administrada.

El malthusianismo de derechas es dogmático, concibe una situación específica y transitoria de mercado, la escasez, como la esencia misma de la definición de lo que es la economía del capital: una administración de recursos insuficientes. Afirma un social-darwinismo sistemático donde la tela nunca alcanza: sobran bebés, sobran trabajadores, las crisis son buenas porque la guadaña de las pestes, las guerras y el hambre limpian los excedentes humanos dentro de un modelo de eficiencia estático y precientífico. El malthusianismo de derechas es de sentido común (entendiendo por “sentido común” al “negrero del pensamiento”); y resulta en una ideología totalmente reaccionaria: el invento de un cura contra la Ilustración de la economía política clásica.

El malthusianismo progre, finalmente, traslada el significante de la escasez a la civilización del petróleo. Es un malthusianismo ecológico, folklórico, telúrico, new age, Pachamama, Rodolfo Kusch. Es el malthusianismo que vuelve a negar la capacidad de la fuerza productiva del trabajo de superar los límites meramente exteriores del medio ambiente o la naturaleza. Lo hace en el nombre de lo políticamente correcto, es afín al neoluddhismo, ama la crítica del mito. La razón es ella misma mito junto con su progreso. Acá lo que no alcanza es el propio planeta tierra. No alcanza el agua, la tierra, la carne, el trigo. No podemos alimentar a todos o saciar la sed de todos o curar a todos o hacer que trabajen todos. Este malthusianismo progre no pocas veces combinado con el primero, el de izquierda, es el malthusianismo de los movimientos sociales argentinos: la “economía popular” es el resultado de la escasez o debilidad de la inversión reproductiva del capital industrial endógeno. Ergo: hay pobres porque la industria llamada “nacional” no los puede absorber. Luego, es mejor inventarse el propio trabajo (por debajo de la estructura mercantil del valor) y proporcionar valores de uso de supervivencia. Desde luego, la cooperativa es mejor que la muerte. Y el capitalismo, como siempre lo ha hecho, puede convivir con formas precapitalistas de producción para asegurar su dominio sobre la subjetividad. Pero la pobreza, doméstica o mundial, no es el resultado de capitales ociosos que no pueden absorberla: la pobreza, desde la cuna del surgimiento del capital, es una producción necesaria y contradictoria de la propia producción de riqueza capitalista mundial; la (re) producción de riqueza universal mediante el mercado.

Todos estos malthusianismos contienen, en sus unilateralidades, pizcas de verdad. 

En Malthus, espectros de la escasez, ensayo publicado en el último número de nuestra revista, son directamente abordados, despreciados y furiosamente criticados a partir de la lectura de un texto clave de Thomas Robert Malthus. Ismos a modo de provocación que aquí, sucinta y típicamente repasamos, serán interpretados desde el espectro de su creador en una dirección decidida a comprender el presente del capitalismo: esa infatigable revolución del valor mediante la cual el capital cibernético está planificando una sociedad más compleja, diferenciada, dinámica; por demás asombrosa y triste.

Disponible en la Revista Cultural digital “Espectros”

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