La guerra y la intifada

Por Enrique Meler

Los estatutos fundacionales de Hamás de 1988 definen los territorios palestinos históricos -incluido el actual Israel- como tierra islámica y excluyen cualquier paz permanente con el Estado judío.

Existe un estado de guerra entre el estado de Israel y la organización de Hamas en la franja de Gaza. Hay una lluvia de interpretaciones que repasan la historia común desde la creación del Estado, cosa previsible debido al enorme peligro de que se desate una conflagración mundial de carácter nuclear, no se trata de aplastar una insurrección injusta surgida en el barrio de al lado.

Para pensar en las causas de la guerra e imaginar alguna solución aceptable no podemos evitar describir como era la paz, cuál era la situación de convivencia entre el estado de Israel y el pueblo palestino. Hamas es un desprendimiento de Los Hermanos Musulmanes quienes condujeron en el Egipto de Hosni Mubarak una revuelta desde la plaza Tahrir. La revuelta que tuvo pretensiones regionales resultó aplastada por el ejército de Egipto, pero un desprendimiento que se alió con el FPLP (Frente popular para la liberación de Palestina) de George Habash pudo disputar con relativo éxito el poder a Al Fatah de Yasser Arafat. Esa organización –OLP- tuvo su pico en los 80 sin embargo para el 2006, ya estaba decadente y sobre todo muy penetrada por la inteligencia israelí. El pueblo palestino sentía que no tenía ningún destino. Por esa fecha ganaron las elecciones y desde entonces conducen.

Es muy importante desvincular Hamas de Irán por antagonismos tribales que no interesa discutir aquí, tal como afirmo el periodista Tuny Kollmann en un artículo reciente.

¿Por qué hay que distinguir guerra de Intifada?  En el concepto con el cual se conduce la presente actividad bélica esto es una guerra. No se trata en esta ocasión de una insurrección en contra de un amo injusto, sino de una batalla entre dos estados, aunque uno de ellos no haya sido reconocido por el otro. La convicción de la batalla es propia de una guerra y de una guerra sangrienta. Esta es la guerra que las diferentes intifadas lograron contener hasta la semana pasada.

Entre las especulaciones políticas se impone la hipótesis de que la guerra se desató para impedir un mutuo reconocimiento político con intercambio de embajadas entre Israel y Arabia Saudita. Las negociaciones quedaron efectivamente interrumpidas.

La sociedad israelí muestra los dientes y está satisfecha con que el gobierno corte la electricidad y el agua a 2 millones de personas. Además de la victoria el paisaje de la guerra muestra algunas novedades respecto de la Intifada ¿Y por qué se somete a civiles al hambre y la sed? Es que no son humanos, -se dice dentro de la sociedad israelí- son animales. Hasta este momento fuimos generosos porque les dimos trabajo hasta a 18000 personas dentro del territorio israelí. Ya no sucederá. No obstante, el bloqueo de la franja es anterior al estallido y los mecanismos de control -checkpoints- son permanentes, para no mencionar la exitosa muralla que nos hacía dormir tan tranquilos.

La verdad es que las especulaciones tácticas no nos interesan demasiado.

La Guerra

La actual operación militar de Hamas tiene algunas particularidades notables. Es la primera vez desde la guerra del Yom Kippur (1973), es decir hace 50 años, que se vulnera una defensa automática y se producen hostilidades dentro del territorio de Israel. Es impresionante la cantidad de bajas infringidas entre la población civil, así como las ciudades que esta vez consiguieron alcanzar: Ashkelon, Tel Aviv, el aeropuerto de Ben Gurión. Otro tema urticante ha sido la toma de rehenes, más de 150 personas jóvenes, cuando irrumpieron en una fiesta electrónica que congregaba a gente de muchas naciones según la prensa internacional. Todo esto conforma un aditamento a la derrota de las FDI. Si lo comparamos con el episodio luctuoso de Múnich se tomaron 10 veces más rehenes. Seguramente la venganza resultará proporcional. No me interesa mucho explayarme sobre estos detalles bélicos porque serán tratados hasta el hartazgo por la prensa de todo el mundo.

Sobre la magnitud de la represalia observo con tristeza el lenguaje utilizado a través del cual se nombra a los milicianos de Hamas como animales humanos, salvajes, comportamiento bestial etc., al estilo del apelativo de Untermenchen (subhumanos) con que nos calificaron los nazis para justificar las diversas carnicerías, respecto de los judíos en los campos de concentración y de los civiles en el frente Oriental. Este comportamiento de oficiales y autoridades de Israel no era habitual y anuncia una respuesta de carácter espeluznante. Me avergüenza profundamente.

El Estado de Israel arrastra rémoras insalvables que no pudo resolver y que surgen una y otra vez en cada encrucijada. La primera y quizás la más irremediable es que el mandato de Naciones Unidas de: un país para los judíos el cual, todos aceptamos con alegría y bailes, es un contrato racista. Este contrato fue refrendado por toda la organización jurídica del estado. El contrato: un país para los judíos es un tigre dormido. Una convicción sobre la desigualdad, imposible de resolver y que no forma parte de ningún otro concepto de estado, ni siquiera en Sudáfrica, donde la diferencia era mucho más palpable. La imputación de apartheid y de estado racista es lamentablemente correcta, aunque su ejercicio resulte moderado dentro de la sociedad israelí. En Israel no hay constitución en sentido estricto, se aplican los códigos antiguos de la Torah y otros del Midrash. Tampoco permiten la propiedad privada, tal como la conocemos en nuestros países. Existe un contrato de 99 años sobre la compra de cualquier propiedad. Para justificar semejante redacción se cita el carácter sagrado de la tierra de Israel. Esto no quiere decir que cualquiera pueda ser expropiado sin motivo. No hay una inquietud genuina en este aspecto, dentro de la población judía. Sin embargo, la situación fue sufriendo cierto descalabro y perdió precisión. En un principio, cerca de la fundación del estado y antes de la guerra del 67 quedaron muchas casas árabes vacías sobre todo en Jerusalem. Esas viviendas fueron clausuradas y no podían ser utilizadas, sin embargo, luego de las diferentes guerras y sobre todo con el advenimiento del Likud al gobierno muchas de ellas – las más importantes- fueron expropiadas y utilizadas para finalidades colectivas (moadones o clubes sociales). Hoy se reconstruye a mansalva y la propiedad árabe deshabitada prácticamente ha desaparecido. Existe una casa muy famosa con grandes jardines en el Hadar de Haifa que se respeta, pero hasta donde sé, se encuentra ocupada. Pase muchas veces por ella, tiene cerca de una manzana y grandes jardines. Jamás pude averiguar quiénes eran sus ocupantes misteriosos, pese a mi gran curiosidad.

En concreto tenemos un estado teocrático con aire moderno, pero no es tal. No hay tal secularidad por mucho que tenga un gobierno elegido en la Knesset por el pueblo.

Debemos agregar que el argumento racial tiene siempre dos filos, ¿Qué sucedería si los israelíes de pronto accedieran por arte de magia o por presión internacional, a volver a las fronteras de la Partición, anteriores a la guerra del 67: ¿habría paz? Seguramente la decisión sería festejada como una gran victoria para la causa palestina y viviríamos un largo periodo de tranquilidad. Pero en mi opinión volverían las hostilidades irremediablemente. Los judíos son vistos como descendencia europea al servicio de intereses imperiales de los países centrales. Hay sabras, judíos originales que siempre vivieron en Palestina; pero la sociedad israelí no está dispuesta a volver a ser una minoría étnica, cuyo número era regulado por operaciones violentas, esporádicas, razzias o progroms, instigados por los diferentes muftis, interesados en defender la hegemonía islámica en la administración de Jerusalem, Judea y Samaria

 Otra cuestión pendiente es la razón colonial.

Cuando estallaron las hostilidades hubo en las declaraciones dos frases que me llamaron la atención. El embajador israelí en Estados Unidos dijo: este es nuestro 11 de septiembre. El nombre elegido por Hamas para bautizar la operación militar fue: Tormenta de Al Aqsa. Ambos nombres refieren a situaciones que tienen que ver con el ejército de Estados Unidos y con la mayor victoria que el islam obtuvo contra occidente en el siglo pasado. Nadie se detiene en los 20 años de invasiones y guerras que dos naciones: Irak y Afganistán debieron sufrir, parece que el dolor y la muerte no tienen ninguna importancia.

Todo estado se edifica sobre un crimen original que queda oculto por el derecho diseñado para negarlo. Pensamos que la presencia de la razón colonial es la brasa que mantiene viva la guerra ¿Por qué los judíos debemos ser probos y bondadosos para tener derecho a la existencia, a que otro pueblo se le exige semejante cosa?

La guerra tiene en espejo los mismos nombres que la paz. Todo se llama igual y significa lo contrario.

Estoy convencido de que no obtendremos justicia. No será posible regir el actual estado de cosas por cierto principio más o menos obscuro de equidad. Calificamos nuestras acciones con denominaciones ajenas, eso denuncia que nuestras decisiones han dejado de pertenecernos. Debemos calificar con nombres propios para que nuestra existencia vuelva a pertenecernos. Hay que decidir en hebreo. Nos oprimen nuestras decisiones. Cada una de ellas aumenta el peso de las cadenas, arrastran y debilitan nuestra soberanía.

Daré un ejemplo personal. Recuerdo una discusión amable entre mi padre y su hermano Yosef, quien fue un héroe de la independencia de Israel. No se habían visto desde la primera juventud, más de 50 años. Sufrió prisión en Polonia a causa de su convicción sionista. El crimen había sido enviar gente a Palestina, antes de la declaración del estado. Eso estaba prohibido porque faltaban brazos para trabajar en Europa, la guerra había diezmado la población de todos los países. Primero fueron 5 años en una cárcel polaca. Allí mi tío Yosef conoció a su primera esposa y tuvo según me dicen una hija que jamás pude conocer, se perdió en la URSS junto con su madre. Persistió. Entonces le dieron 10 años más. Cuando quedó libre fue a vivir a Israel y obtuvo un cargo en el gobierno: Escritorio para los Asuntos del Este. Mi padre un comunista de carnet le recriminaba el rechazo del gobierno israelí a la URSS. Eran los tiempos en que no había una división clara entre sionismo y socialismo. Después la división se hizo tajante y la discusión de dos hombres nacidos a principio del siglo XX perdió su sentido. En aquel momento mi tío Yosef le respondió: somos miserables y debemos acogernos bajo el ala de quien nos pueda proteger. Para mi padre era una renuncia a ciertas convicciones sociales que consideraba irrenunciables. Pero Yosef conocía de cerca la brutalidad del estalinismo. Fue una disputa genuina que quedó resuelta con la glasnost. Traigo la anécdota porque creo que explica claramente la temprana renuncia a la soberanía que tuvo Israel y que persiste en las decisiones de estos días.

Tanto Israel como Palestina no han podido resolver por diferentes razones, la cuestión de la soberanía, eso mantiene vivo el crimen de la guerra. No son capaces de decidir por sí mismos.

Dos Estados

Israel paga hoy un alto precio por haber traicionado el principio de los dos estados que antes había aceptado. Para rechazar este principio llegó hasta el magnicidio. Hamas cuando eran Hermanos Musulmanes, asesinó al presidente Anwar Sadat por firmar la paz con Israel. Pero la herida se encuentra en la cuestión de la soberanía. Israel ha traicionado el esquema de dos estados, mediante una agresiva e ilegal política de colonización. Esta colonización se encuentra en manos de organizaciones religiosas que maltratan y humillan a la población palestina, envenenan el agua, destruyen olivos milenarios, están armados y amenazan a campesinos indefensos, cuentan finalmente con la protección insolente de las FDI y luego se esconden con cinismo y niegan sus actos. No es posible inclinarse ante el Cesar sin sacrificio. ¡Morituri te salutant! Si tuviéramos que dar una sola razón para explicar la guerra, sería esta.

Después de vivir en Eretz varios años llegue a la conclusión de que el sueño de Theodore Hertzl, un sueño francés o polaco, un sueño propio de la revolución francesa, no se cumplirá jamás:

Israel no será Omega de la Diáspora תפוצה (Tefutsa fon) ó (גלות‎ galut, golus (fon). Es un mojón imprescindible y tal vez el más importante respecto de la experiencia de la Shoa, de la experiencia europea del judaísmo. Pero el judaísmo es mucho más importante. En Israel no se habla Yiddish por esta razón. Porque Israel debe convivir con la Diáspora, no será capaz de suprimirla. La Diáspora tiene su propia épica, sus aciertos y errores. Quien escribe esto, ha aprendido de mala manera que es un judío de la Diáspora.

¿Cuántas veces nosotros y ellos cantaremos el canto del coraje patriótico y de la dignidad del pueblo para volver a sacrificar a nuestros hijos?

Se nombra a Israel como potencia ocupante. Comprendo la astucia palestina de resguardar un lugar simbólico para su dignidad. No es el mejor argumento para la paz, esconde la pretensión de la hegemonía, se trata de un callejón sin salida. Además, me parece falso. Israel no es una potencia ocupante porque entró en Palestina de la mano de las Naciones Unidas y no al frente de un ejército. Cuando digo esto delante de los palestinos, me responden que no necesitaron hacerlo porque tuvieron de su lado a todos los ejércitos triunfantes de la 2da. Guerra Mundial, cuando sus naciones sintieron tener una deuda por haber despojado a nuestro pueblo de su origen europeo en el país Ashkenazi. Los pueblos no son culpables de su historia, sencillamente viven en ella. Claro, yo no soy ecuánime. Es cierto que las potencias coloniales dispusieron de un territorio que no les pertenecía, ¿a quién le pertenecía? Eso inicia la porfía infantil de quién llego primero. Mil años les dan a los palestinos suficiente derecho de ocupación. Sin embargo, decir que los judíos no tienen ninguna relación con Eretz Israel porque allí vivía otro, cuando ellos fundaron Jerusalem, cuando escribieron un  libro que todo el tiempo habla de la tierra de Israel, cuando rezan desde hace 2000 años: L’shanah Haba’ah B’Yerushalayim el año que viene en Jerusalem- En fin, no parece ser el sendero de las soluciones.

Ahora, en este instante, en el tiempo de la herida abierta, de la llaga y no después de haber rumiado, después de haber calculado sobre impulsos y consecuencias, asfixiados todavía por la furia y la terrible necesidad de venganza, tenemos que elegir entre la majestad del mal y el poder de nuestras tradiciones más sagradas, esas que conocemos sin que nadie nos haya enseñado, que nos mantuvieron de pie entre Babilonia y Sodoma. Este es el tiempo del temple judío. El tiempo de absorber la pena inmensa, la horrible humillación y entonces con gesto egregio, perdonar.

Columna de humo tras el ataque de aviones israelíes a la torre Palestina, en Gaza, el 7 de octubre de 2023. EFE/ Mohammed Saber

                                                                          

Buenos Aires

Octubre de 2023, escrito en base a trabajos previos del autor

Postdata

Judíos, mi gente

todavía no ví

los últimos rostros

todavía no escuché

los primeros violines

La verdad que ponerse a reflexionar sobre el sentido de las cosas en un momento en que tengo amigos desaparecidos y las personas estallan por el aire para satisfacción de alguien que no está, que no se sabe quién es, ni por qué lo hace, me parece un gesto de una soberbia insoportable.

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