Fiesta de las hordas: Kreator y Testament en Vorterix

Por Leonardo Fabián Sai

El placer de la ortodoxia. “Lo old school” está vivito y coleando. El revival ochentoso, noventoso, se expresa de diversos modos en la cultura popular, en el entretenimiento: vende, atrae, más allá de la nostalgia: se hace de nuevos lobos esteparios. De la pertenencia sin modificaciones: sello de la mercancía Nuclear Blast. Eso fue la masacre de Testament-Kreator o Kreator-Testament: 26 de abril, en el incómodo Vorterix, con las demoras de nuestras urbes sin progreso material: conciertos arrasadores, sin descanso, a puro pogo. “Hate Über Alles”, de un lado; “Titans of Creations”, del otro. Discazos, de explícito contenido político y social: no apto para curiosxs. Acá nadie viene a ver qué onda. Se trata de las sinfonías de la decadencia para un mundo desordenado, muy dividido, sin otro mito que el que ofrece la tecnología y los experimentos del Valle del Silicio sobre el humano. ¿Hace falta que describa que son unos animales, que todos tocan con una velocidad y una técnica envidiable, una potencia que levanta nuestros días alienados mientras cumplimos la rutina que ordena esta frágil condición del asalariado? Nadie lo puede negar: es un sentimiento[1].

A la juventud políticamente anestesiada por la inteligente vibración de las máquinas —el hipódromo de lxs ketamina, lxs barrani, lxs zombies de los algoritmos: el Trash le opone la firmeza del cuerpo. El aguante de las dulces piñas. El respeto y el cuidado del otro en el medio de la violencia corporal: la catarsis masculina de los nervios contra la gente de la mentira. El público deja claro la textura de sus pasiones: remeras de Slayer, Testament, Kill Em’ All, Therion, Carcass, Kreator. Una línea del Thrash (Slayer entre los 4 grandes) que carece de importantes variaciones, modulaciones. Fortaleza de la limitación: el Old School es una fiesta… que solo puede ser Old School. Exactamente al revés de lo que sucede con Metallica. Metallica varía, innova, traiciona, vuelve sobre sus huellas. Testament-Kreator son monumentos del estilo. Expresan la pureza del Trash: “En otras ocasiones, cuando componés temas y no podés escuchar como quedaría en su totalidad, lo que hago es pensar… “¿qué haría James Hetfield acá?” (risas), especialmente “¿qué haría James Hetfield cuando era joven?”, y sigo ese camino que imagino que él tomaría, me pongo en marcha en ese rumbo y luego encuentro el mío propio[2]”. ¿Dónde está escrito que la pureza conserva mejor las raíces que la mezcla, el devenir otro, el revolver el origen con nuevas tendencias para que la identidad se ilumine en su diferencia?

No se trata de postular eclecticismos sino de hacer consciente que Buenos Aires es una preciosa máquina de expropiación: una ciudad abierta a robar del extranjero y seleccionar las mejores especies de las estéticas del mundo. Es conocido que cualquier escuela, cualquier ortodoxia, acentúa algunos aspectos de un movimiento en detrimento de otros. Es lo que la define contra la hibridación y los cruces (no siempre productivos) de una heterodoxia cualquiera. Lo decisivo, no obstante, no yace en tomar unilateralmente un lugar, así como tampoco perseguir alguna unificación o síntesis. Lo decisivo es encontrar el pivote que permite canalizar la vida psíquica de un público como actitud fundamental.

Esa que clama por la violenta revolución social.


[1] “Kreator es un sentimiento”, IG de Petrozza. Disponible en: [https://www.instagram.com/p/CrhnIQVuf8Y/]

[2] Entrevista a Chuck Billy. Disponible en: [https://www.elculto.com.ar/chuck-billy-testament-siempre-damos-el-cien-por-ciento/]

Agradecemos a la web Rocktambulos por la filmación.

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