Abrazo de oso

Por Gabriel Muro

Busto de Putin como emperador romano emplazado por cosacos de San Petersburgo en agradecimiento por la anexión de Crimea.

La comparación de Putin con Hitler, o más específicamente, de la invasión de Ucrania con la anschluss, la anexión de Austria por Alemania en 1938, solo es atendible en la medida en que permite  arrojar luz sobre las semejanzas y diferencias entre una y otra agresión. Así como el Tratado de Versalles es explicación necesaria pero no suficiente para el ascenso del nazismo, el despliegue de la OTAN en Europa del Este es explicación necesaria pero no suficiente para la guerra de Putin. Además de cálculos geoestratégicos, lo que parece estar en juego son también factores étnicos y teológicos. Putin niega el derecho a la existencia de la nación ucraniana porque tanto Ucrania como Rusia reivindican un mismo origen: la Rus de Kiev fundada en el siglo IX por un vikingo sueco llamado Oleg. Allí rigió el príncipe Vladimiro el Grande, que en el siglo X adoptó el cristianismo bizantino, base de lo que luego sería la iglesia ortodoxa. Pero entre el siglo XIII, cuando los mongoles invadieron la Rus de Kiev, y el siglo XVIII, cuando Catalina la Grande conquistó Ucrania, los ucranianos estuvieron bajo la influencia de otros reinos europeos, en especial la Mancomunidad de Polonia-Lituania, por lo que su historia no siempre estuvo acoplada a la del imperio zarista.[1]

Durante los últimos años, además de los enfrentamientos en torno a Crimea y el Dombás, se viene dando una guerra de la memoria, o una guerra historiográfica, donde los historiadores oficiales rusos buscan justificar la idea de que Ucrania nunca fue más que un apéndice de Rusia, y donde los historiadores ucranianos buscan demostrar que Ucrania tiene una historia y una identidad propias. Los ucranianos hablan de desrusificar la historiografía ucraniana, y los rusos hablan de desnazificar a Ucrania. Sin duda, en Ucrania hay una extrema derecha neonazi muy activa (por ahora minoritaria, pero que puede ganar más prestigio e influencia a raíz de esta guerra), así como en Rusia hay una extrema derecha que espera de Rusia el liderazgo de un movimiento paneslavista de tipo étnico, integrista y cristiano ortodoxo (basta leer las últimas loas a la invasión por el ideólogo Aleksandr Duguin). En todo caso, al revisar la historia de la región, vuelve a ponerse de manifiesto que toda nacionalidad es una invención. Algo que tuvo lugar de manera dispersa, accidentada, sin un origen único (si se tratase de remitirse a un origen primero, los suecos, en nombre de la gesta de Oleg, estarían en condiciones de reclamar para sí la primacía sobre Rusia y Ucrania). Por eso, el derecho a la existencia de una nación no puede fundarse solo en un pasado glorioso hipotético, sino también en sus condiciones presentes y su proyecto de futuro. Porque, ¿no es acaso el primer paso de toda limpieza étnica negar la condición de pueblo o nacionalidad de aquellos a los que se busca exterminar?


[1] La perspectiva de Putin quedó plasmada a mediados del año pasado, cuando escribió una mezcla de paper y manifiesto sobre la historia de las relaciones entre Ucrania y Rusia que hoy puede leerse como un anticipo de la guerra que vendría. Vuelto lectura obligatoria en las academias militares rusas, se titula: «Sobre la unidad histórica de rusos y ucranianos». Si se quiere entender la perspectiva putinista acerca de Ucrania, vale la pena leerlo entero. Lo que más resalta es su postura paranoica, conspirativa y celosa de las relaciones históricas de Ucrania con Europa y, nuevamente, un antibolchevismo furioso donde los bolcheviques aparecen como culpables de la separación de Ucrania respecto a su verdadera madre protectora, la Gran Rusia, una gran osa cuyo abrazo, parece advertir Putin, no puede ser rechazado, por más que parta los huesos. En un fragmento del artículo, se lee: “Los bolcheviques trataron al pueblo ruso como material inagotable para sus experimentos sociales. Soñaban con una revolución mundial que acabaría con los estados nacionales. Por eso fueron tan generosos al trazar fronteras y otorgar dones territoriales. Ya no importa cuál era exactamente la idea de los líderes bolcheviques que estaban despedazando al país. Podemos estar en desacuerdo sobre los detalles menores, los antecedentes y la lógica detrás de ciertas decisiones. Un hecho es muy claro: Rusia fue robada, de hecho.” Fuente: https://noticiaspia.com/articulo-de-vladimir-putin-sobre-la-unidad-historica-de-rusos-y-ucranianos/

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